Dos autores maravillosos me han permitido reconciliarme con la poesía, o al menos acercarme a ella sin el rencor infantil que despertaba en mí su recuerdo. Solo cuando he descubierto la capacidad de los poetas de poner palabras a lo que todos en algún momento llevamos dentro y nos somos capaces de expresar, he comprendido el inmenso privilegio que poseen al dominar la palabra.
Eso es lo que me ha ocurrido con Luis García Montero y su maravilloso poemario "Un año y tres meses", el tiempo que amó, cuidó y acompañó a su querida Almudena Grandes, de la mano, hasta la muerte.
Está claro que no es solo la palabra, sino también sus ojos los que son capaces de ver el mundo de otra manera y de expresarlo de una forma maravillosa. Este libro destila amor pero también pasión, nostalgia, dolor, llanto y consuelo.
Una carta, un diario de un hombre enamorado. Maravilloso.
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