Sin embargo, detecto en toda la obra una cierta tristeza o amargura. Lo que antes era añoranza de su infancia en Alburquerque, ahora es pérdida y nostalgia. Lo que antes era oficio de escritor ahora es como una losa que pesa sobre sus hombros cansados. Como un camino ya andado, perdido, y que ya vislumbra su final, agotadas las fuerzas y las esperanzas.
Pero su prosa maravillosa, íntima y cercana, nos permite adentrarnos en su alma de forma maravillosa. Muy recomendable, como siempre.