"De otros no ha quedado recuerdo,
desaparecieron como si no hubieran existido,
pasaron cual si a ser no llegaran,
así como sus hijos después de ellos" (Eclesiástico, 44, 9)
No he podido resistirme a reproducir las palabras que recoge el autor antes de comenzar este relato desolador y tan lleno de desesperanza. Porque este libro es la historia de una generación de jóvenes, criados en un valle olvidado del este de Francia, marcado por el paro y la crisis económica, que sueñan con volar alto.
Jóvenes que descubren el amor, el sexo, las drogas, el alcohol ... y que sueñan con un futuro feliz que les aleje de la mediocridad de sus vidas y la de sus padres. Que les aleje de la desesperanza y de la desidia.
Pero es el relato de un fracaso, de la repetición de las mismas vidas, una y otra vez; de los que pasan por la vida sin dejar huella, como si no hubieran existido, y así ... "sus hijos después de ellos".
Esta novela mereció el Premio Goncourt 2018 y es sin duda una buena obra de literatura pero el argumento deja un poso de amargura y desesperanza que me ha vencido en muchos momentos para seguir leyendo.
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