Antoine Duris es profesor en la escuela de Bellas Artes de Lyon. Por razones que se desconocen, lo deja todo y se presenta a un puesto de trabajo para ser vigilante en el Museo de Orsay, en la sala dedicada a Modigliani, objeto de tu tesis doctoral. Nadie se explica por qué un hombre brillante decide apartarse del mundo, de su familia y de su ciudad, para encerrarse entre las cuatro paredes de una sala a contemplar lo que él considera el sumum de la belleza.
El argumento me atraía mucho imaginando una novela dulce sobre el poder del arte como reparadora y sanadora del alma. Pero poco me podía imaginar cómo, con el devenir de las páginas, se va desentrañando la tragedia que esconde el personaje, la culpa que le arrastra a querer olvidarse del mundo.
He sufrido leyendo la segunda mitad del libro, porque el dolor infinito no encuentra consuelo para su protagonista. Pero un halo de esperanza se abre al final cuando la belleza del arte actúe como bálsamo en sus almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario