El miércoles disfrutamos de un interesantísimo debate sobre la obra de Sergio del Molino "La España vacía". Después de que Araceli nos explicara las claves para entender la construcción del estilo ensayístico nos adentramos en la realidad de esa España vacía, de la que, de una u otra manera, casi todos procedemos.
Casi todos tenemos familia que procede de un pueblo, abandonado durante el "gran trauma" de la década de los 50 y 60. Pueblos a los que recordamos y añoramos, de los que se habla en nuestras casas, de los que recuerdan nuestros mayores ... pero a los que, desde nuestra realidad moderna, urbanita y compleja, no queremos regresar.
Admiramos el recorrido literario que hace por la España vacía de Machado, Lorca, Delibes, Unamuno, Cervantes, Jesús Carrasco ... Supimos la verdad sobre las "Hurdes" de Buñuel y conocimos la huella imborrable de esa España en la memoria de los que emigraron. Ser de pueblo era un estigma, estaba en boca de políticos para ganar votos pero después solo quedaba el olvido.
"La España vacía está en las casas de la España llena" en Madrid, Barcelona, País Vasco... a donde emigraron con aquellas maletas de cartón los pobres de Extremadura, Andalucía o las dos Castillas. Algunos hemos crecido con los relatos y la memoria de aquellos días.
Pero vislumbramos un segundo trauma en pocos años, la España vacía de las capitales de provincia. ¿Qué será de Cáceres, Zamora, Soria, Teruel ... si no somos capaces de crear trabajo y riqueza para nuestros jóvenes, nuestros hijos?. Ya estamos viviendo una segunda gran emigración hacia Europa. Sin comunicaciones, sin buenas facultades, sin industria, el futuro que nos espera es muy negro.
Ojalá seamos capaces de pasar de la reflexión a la acción.
Lo tengo pendiente de leer
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