Ya sabéis que a menudo huyo de los grandes bestsellers, de las listas de los más vendidos, desconfiando de esas grandes campañas de marketing que se empeñan en meternos por los ojos la gran novela del año. Sobre todo de autores que, como en este caso, ya me decepcionaron en su día. La novela "Dispara, yo ya estoy muerto" de Julia Navarro fue un gran éxito editorial allá por el año 2013 y me he estado resistiendo hasta hoy pero he de reconocer que he sucumbido a la tentación. Y he de admitir, que no me ha decepcionado del todo.
La novela narra la vida y trayectorias vitales de varias familias judías y árabes que deciden convivir en la "Huerta de la Esperanza" en Jerusalén, una huerta de propiedad comunal donde tratan de vivir en paz, cada uno con sus creencias y su religion. La historia de las familias de Samuel Zucker y de Ahmed Ziad es la historia del pueblo judío y palestino, "obligados y condenados" a entenderse sobre una tierra que pertenece a ambos. Sin embargo, su esperanza de vivir en paz, como hermanos, se verá frustrada por el devenir político de los años posteriores y si bien ellos, creían firmemente en la posibilidad de vivir en paz, la realidad será muy diferente y las generaciones que les suceden se verán abocados a luchar entre ellos por defender a su pueblo y a sus gentes.
Es una novela que ayuda a entender la realidad actual de Israel, tan presente en las noticias de estos días; ayuda a entender las razones de unos y otros, y a comprender, en fin, el dolor y el sufrimiento de dos pueblos condenados a entenderse para lograr la paz.
La novela es muy extensa y si bien el ritmo es rápido en la lectura, pero como SIEMPRE, al final lo estropea con un desenlace abrupto e inesperado que deja un poco de mal sabor de boca. Pero creo que en general, el balance de la novela es positivo.
Una lectura para comprender el mundo.
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