Desgarrador relato de supervivencia y de lealtad, "Intemperie" narra la huida de un niño a través de una tierra de sequía y pobreza. Campos yermos, salpicados de encinas y pedregales, donde la supervivencia está unida a la búsqueda del agua. En su huida conoce a un viejo cabrero, enfermo, de huesos doloridos, pero sabio en el oficio de sobrevivir. Y entre ellos, sin conocerse apenas, surge la unión de aquellos que lo han perdido todo y cuyo único objetivo es simplemente vivir un día más. Sobre ellos se cierne la sombra del alguacil, hombre perverso, maltratador, quizás pederasta, que quiere cargar toda su rabia contra ese chaval que se ha rebelado contra su poder.
El niño, el cabrero y el alguacil. Sólo ellos y siempre ellos, sin diálogo y casi sin palabras. Y un cuarto protagonista que es el paisaje, seco y desolador. En la novela no se identifica tiempo ni lugar pero para los que somos extremeños no necesitamos muchas pistas para saber que habla de nuestras tierras, cuando mitigan su sed con unos tragos de vino de "pitarra". La vuelta a la tierra, al campo, a lo rural recuerda mucho al Delibes de Castilla.
Un lenguaje aplastante, unido a las raíces de la tierra, que se llena de un hermoso lirismo con imágenes y metáforas preciosas.
La novela es una canto a la lealtad, más allá de la razón o de la justicia, que lleva a hombre y niño a romper las barreras de la incomprensión para unirse contra la maldad.
Maravilloso descubrimiento del autor revelación según las más importantes editoriales europeas y españolas, que hunde sus raíces en la tradición rural de nuestra novela realista de posguerra.
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