
El niño, el cabrero y el alguacil. Sólo ellos y siempre ellos, sin diálogo y casi sin palabras. Y un cuarto protagonista que es el paisaje, seco y desolador. En la novela no se identifica tiempo ni lugar pero para los que somos extremeños no necesitamos muchas pistas para saber que habla de nuestras tierras, cuando mitigan su sed con unos tragos de vino de "pitarra". La vuelta a la tierra, al campo, a lo rural recuerda mucho al Delibes de Castilla.
Un lenguaje aplastante, unido a las raíces de la tierra, que se llena de un hermoso lirismo con imágenes y metáforas preciosas.
La novela es una canto a la lealtad, más allá de la razón o de la justicia, que lleva a hombre y niño a romper las barreras de la incomprensión para unirse contra la maldad.
Maravilloso descubrimiento del autor revelación según las más importantes editoriales europeas y españolas, que hunde sus raíces en la tradición rural de nuestra novela realista de posguerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario