Éste es el planteamientos de fondo de esta novela de autoficción donde la autora, con una verborrea a ratos abrumadora, narra su infancia en el seno de una familia de feriantes (sus abuelos) y carteros rurales (sus padres), en un pueblo sencillo de la Mancha, donde las grandes cuestiones de la vida tenían siempre una solución muy lógica, pegada a la realidad.
Si bien la novela plantea un debate interesante y es bucólica la añoranza de la vida sencilla de los pueblos, la velocidad del lenguaje y de la narración es a veces demasiado apabullante y repetitiva como para disfrutar del relato.
Éxito de ventas para una escritora novel que ha vuelto a poner sobre la mesa el debate de la España vacía y la vida precaria de los jóvenes de su generación.
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