Abuela arreglacosas, cocinilla, consiguelotodo, curapupas, sabelotodo, tejedora de cuentos ... y así una larga lista de abuelitas cariñosas que han endulzado nuestras vidas. Este álbum infantil de la autora Raquel Díaz Reguera es un precioso regalo para los niños y los no tan niños porque cualquier lector puede traer al recuerdo a sus abuelas queridas.
Yo no tuve abuelas, no conocí a ninguna de las dos. Pero mi recuerdo de infancia me lleva hasta la abuela Rafaela, la madre de mi madrina. Después de merendar en nuestra casa "sin manchar y sin enredar", salíamos corriendo hasta su portal, subíamos aquellas escaleras de caracol y nos esperaba en su casa, sentada en el sillón. Abría la puerta corredera de aquel armario del salón y nos endulzaba la tarde con galletas de nata. Esa era la abuela Rafaela, tenía un poco de "abuela de negro" (también aparece descrita en el libro) con un moñete de pelo blanco tan tirante que no tienen ni arrugas, con sus gafas de pasta y su máquina de coser antigua. Supongo que en aquellos momentos también era un poco abuela mía.
Me imagino que cada uno de vosotros tendrá su abuela de cuento. Por eso os invito a descubrir a cada una de ellas en este precioso álbum ilustrado que es un buen regalo para Navidad. Que lo disfrutéis.
Yo no tuve abuelas, no conocí a ninguna de las dos. Pero mi recuerdo de infancia me lleva hasta la abuela Rafaela, la madre de mi madrina. Después de merendar en nuestra casa "sin manchar y sin enredar", salíamos corriendo hasta su portal, subíamos aquellas escaleras de caracol y nos esperaba en su casa, sentada en el sillón. Abría la puerta corredera de aquel armario del salón y nos endulzaba la tarde con galletas de nata. Esa era la abuela Rafaela, tenía un poco de "abuela de negro" (también aparece descrita en el libro) con un moñete de pelo blanco tan tirante que no tienen ni arrugas, con sus gafas de pasta y su máquina de coser antigua. Supongo que en aquellos momentos también era un poco abuela mía.
Me imagino que cada uno de vosotros tendrá su abuela de cuento. Por eso os invito a descubrir a cada una de ellas en este precioso álbum ilustrado que es un buen regalo para Navidad. Que lo disfrutéis.
Tere... Teresa... me he emocionado y todo. Y hasta he sentido en la boca el sabor de las galletas de nata, desmontadas poco a poco, lamiendo la nata, mordiendo el barquillo. Me alegro de que hayas sentido tuya a mi abuela. Era tan grande como tu madrina (que tampoco era tuya del todo, aunque tuya siempre), y podían compartirse porque el amor que daban se multiplicaba siempre.
ResponderEliminar¿Sabías que la foto que aparece en mis comentarios es la de mi abuela cuando era joven?
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios, Concha. Pero es cierto que mi imagen de abuela en la infancia era la tuya, que entonces era también la mía. Como lo fueron tus padres durante tantos y tantos años. Como tú dices, su amor se multiplicaban siempre. Ahora tendré más presente la imagen de la abuela gracias a la foto que has rescatado
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