Las lecturas que me han acompañado en estos rigores veraniegos no pasarán por lo mejor que he leído pero hay momentos en los que una necesita tener la mente despejada y el espíritu en calma para dejar pasar los días sin que los libros me acongojen.
Se da la circunstancia, además, de que tres de ellos tratan sobre lo mismo: personajes que se encuentran en una encrucijada vital y deben decidir entre vivir como se espera de ellos o hacer realidad sus sueños. En ese camino de discernimiento se encuentran con ganadores y perdedores, con personas que han sido derrotados por la vida y otras que luchan contracorriente para conseguir esos sueños.
Y esta novela va de eso, de dos personajes en busca de su destino. Jon, un cuidador de elefantes de rumbo errático y Edith, una viuda sexagenaria que busca un "bosque" para vivir su sueño los años que le queden de vida. Ambos viven en una aldea abandonada que su Ayuntamiento quiere convertir en un residencial neorrural. Toca decidir entre dejarse arrastrar por la marea de mal llamado "progreso" o volver a empezar en otro lugar a realizar sus sueños.
Con el mismo encanto de los personajes de Alejandro Palomas pero sin una historia que me llegara a enganchar.
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