El Metropol, situado muy cerca del Kremlin y del teatro Bolshoi, será escenario de todos los cambios sociales y políticos del momento, convirtiendo al conde en testigo de excepción.
Durante casi treinta años el conde Rostov va tejiendo lazos afectivos con los variopintos personajes del hotel mientras es testigo de las intrigas, los juegos de poder y las traiciones del nuevo régimen.
Una excepcional mirada a la rusa revolucionaria en una novela muy alabada por la crítica, capaz de transmitir la desazón y la claustrofobia de ese confinamiento obligado.
Pero la verdad, ahora no estamos para más confinamientos, se me ha hecho muy larga, aunque reconozco los valores literarios de la novela.
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