Leer a Millás siempre es una aventura. Lo que comienza siendo un relato coherente termina convirtiéndose en un viaje fantástico al mundo de lo onírico, donde realidad y ficción se mezclan para crear un mundo muy particular.
Lucía acaba de perder su trabajo como programadora informática y decide comprar una licencia para conducir un taxi por las calles de Madrid. Mientras, en su piso, escucha día y noche el aria "Nessum dorma" de la ópera Turandot de Puccini, donde una cruel emperatriz asesina a todos los pretendientes que no sepan resolver tres acertijos. Si fallan, sus cabezas colgarán en la plaza del pueblo. Esa música será su compañera en los viajes del taxi.
Las esperas, los viajes, el silencio... son el terreno propicio para echar a volar la imaginación. ¿Cómo será la vida de ese pasajero, qué infidelidad estará cometiendo, qué sueños tiene cada uno...?. Lucía vive la vida de los otros, mientras la suya propia se desmorona, se enamora de la persona equivocada y toda su vida parece el argumento de una tragicomendia.
Y aquí es donde entre el elemento onírico, ¿se transforma poco a poco en algo que no es, su otro yo o son los delirios de una mujer enloquecida?.
Una novela inquietante, sorprendente en su su fondo; un viaje por los sueños que no me aporta nada para mi enriquecimiento personal. Extraña, pero así es Millás.
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