Luis Landero ha conseguido sorprenderme con su última novela, un camino sin retorno en busca de la felicidad. Su protagonista, Lino, un joven indeciso que nunca ha sido capaz de ser feliz y de encontrar una senda en la vida, parece que ha comenzado a vislumbrar un futuro junto a Clara, con la que se va a casar el domingo y comenzar una vida "ordenada y feliz". Sin embargo, días antes de la boda un suceso inesperado le arroja de nuevo a la huida sin fin, que ha sido en realidad una constante en su vida. En esa huida debe enfrentarse a sus miedos, a sus limitaciones, a su incapacidad para ser fiel a las cosas o a las personas. Y en ese camino se encuentra con personajes increíbles como el señor Levin, Gálvez y Olmedo (y no digamos el perro Comediante).
Para el protagonista es quizás la primera vez en su vida en que se encuentra consigo mismo. Su único objetivo es caminar e intentar encontrar en el camino, como un auténtico peregrino, una redención, una absolución a sus pecados. Me ha gustado muchísimo el personaje de Olmedo, un hombre castellano, recio, aferrado a su tierra, con esa sabiduría que dan los años y las penalidades pasadas.
Me quedo con una sensación agridulce por esta novela ya que, a pesar de los elogios por su estilo y su narración, no me ha encandilado el personaje principal, el acontecimiento que provoca la huida, es demasiado inverosímil para mí. En cualquier caso, es una buena ocasión para acercarse de nuevo a este autor extremeño.
Para el protagonista es quizás la primera vez en su vida en que se encuentra consigo mismo. Su único objetivo es caminar e intentar encontrar en el camino, como un auténtico peregrino, una redención, una absolución a sus pecados. Me ha gustado muchísimo el personaje de Olmedo, un hombre castellano, recio, aferrado a su tierra, con esa sabiduría que dan los años y las penalidades pasadas.
Me quedo con una sensación agridulce por esta novela ya que, a pesar de los elogios por su estilo y su narración, no me ha encandilado el personaje principal, el acontecimiento que provoca la huida, es demasiado inverosímil para mí. En cualquier caso, es una buena ocasión para acercarse de nuevo a este autor extremeño.
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