Y porque a veces la literatura también nos regala historias maravillosas, aquí os traigo uno de los cuentos más tiernos que he leido en la biblioteca últimamente.
La pequeña cebra Zea se va a ir de campamento y está un poco triste porque por las noches no van a estar papá y mamá cebra para darle besos. Por eso, sus padres deciden llenar una caja de caramelos con una buena provisión de besos, de los dos, uno de cada lado, para que cuando les eche de menos Zea reciba su porción diaria de besos. Ella los guarda celosamente como su mayor tesoro aunque en el camino al campamento algo ocurre que la hará cambiar.
Esa una maravillosa lección de amistad, de generosidad y de compartir (de recompartir como dicen mis sobrinas) que todos deberíamos aprender. Totalmente recomendable para mayores y pequeños.
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