"Los Unicornios nunca vuelven". Los sueños de infancia, la inocencia, los juegos, los lugares prohibidos, los amigos "siameses" ... esos nunca vuelven. Nos empeñamos en crecer y sin darnos cuenta perdemos la inocencia y la frescura que lo invade todo en nuestra infancia y renunciamos a los sueños que nos habíamos imaginado.
Ana María Matute, muy desconocida para mí (prometo enmendarlo), reconstruye con infinita dulzura la infancia de Adriana, rodeada de sus tatas (siempre cómplices), su "rincón para esconderse del mundo" dentro del cuarto de la plancha y el descubrimiento de la amistad y del "amor" verdadero de su amigo Gavi. Sin embargo, el Unicornio de sus sueño que sólo ella y Gavi ven, se empeña en desaparecer y en arrojarla al mundo de los adultos que no la entienden.
Ternura y melancolía para narrar las pérdidas ... y el paso a la edad adulta.
De esta autora me leí hace un par de veranos "Pequeño teatro" que fue premio Planeta en 1954 y no me gustó. Quizá lo intente con alguna otra novela, a ver si se me quita el mal sabor de boca que me dejó la otra, que me resultó ambigua, opaca, sin pies ni cabeza, sin nudo ni desenlace. Me quedó ¡plaf!, y me terminé el libro por aquello de la honrilla personal.
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